Savannah Aulger nunca tendrá una foto con su padre en el día de su cumpleaños. Tampoco en algún evento de la escuela, graduación o casamiento.

La única foto que ella tiene con su papá es muy linda, pero a la vez muy triste. El estaba conectado a mangueras de oxígeno en el hospital. El hombre al que ella llamaría papá, solamente la cargó en sus brazos por 45 minutos. El lloró, sonrió y no hubo dudas de cuánto la amaba. Su papá le hablaba cuando ella todavía estaba en el vientre de su madre. ¡Qué feliz estaba! Finalmente podría conocer a su hija. Pero al siguiente día, cuando Savannah nació, su papá entró en coma.

A fines de diciembre, mientras se preparaban para celebrar las fiestas, había además dos motivos para agradecer: Savannah nacería en enero y Mark había recibido la muy buena noticia:  había vencido al cáncer.

Pero el 3 de enero las cosas cambiaron. Mark Aulger fue ingresado al hospital porque no podía respirar. Los doctores dijeron que los 8 meses de quimioterapia estropearon sus pulmones y le diagnosticaron “fibrosis pulmonar”. La esposa pensó que con los medicamentos que recibiría y el oxígeno, pronto estarían de regreso en la casa para vivir por muchos años más. Pero el 16 de enero descubrieron que la medicina y los tratamientos no ayudaron en nada a Mark y solamente le quedaban unas pocas semanas de vida.

Cuando los médicos informaron a la esposa de la situación tan grave, ella no lo podía creer. “Diane _ le preguntó el doctor_ ¿cuál es la fecha que tienes para que nazca tu hija?”

Diane decidió adelantar el parto para que Mark pudiera conocer a Savannah.

El 18 de enero, en un cuarto muy grande, dos semanas antes del nacimiento programado, nació Savannah. Junto a la cama de su mamá estaba también la cama de su débil papá.  Su papá la cargó solamente por 45 minutos porque ya no tenia más fuerzas. Al día siguiente la trató de cargar, pero ya no pudo. Este padre cariñoso, buen esposo… entró en coma.

El 23 de enero, junto a su familia, Mark falleció en un hospital de Texas. Hubiera sido un padre amante para Savannah, pero el cáncer, la muerte, los separó.

Marcos 1:40-45 nos relata la historia de un hombre que fue separado de su familia, por causa de una enfermedad llamada lepra. Una enfermedad incurable y contagiosa. Una vez diagnosticados por los sacerdotes tenían que apartarse de todo. Ni los reyes se podían escapar de estas leyes. Tenían que entregar el trono e irse con otros leprosos. Ni pobres, ni ricos, ni libres, ni esclavos, nadie estaba a salvo de esta terrible enfermedad.

Desde los días del profeta Eliseo que no se había curado  ningún leproso. Pero este hombre escuchó que nadie que se acercaba a Jesús era rechazado. “La fe viene por el oír” , dice Romanos 10: 17

Y este hombre comenzó a tener fe en Jesús.

  1. Las bendiciones son del tamaño de tu Fe. Dice la Biblia que Dios hace llover sobre justos e injustos. Sale el sol para los buenos como para los malos. Hay bendiciones generales que todos reciben. Pero hay muchas bendiciones que Dios da solamente a aquellos que tienen fe en El. Otros leprosos se animaron a pedirle a Jesús que los sanara después de escuchar esta historia. Este leproso decidió llegar hasta Jesús. Quería tener un momento con Jesús. Sabia que Jesús tenia poder para sanarlo, pero no sabía si quería ayudarlo a él. Al llegar a la orilla del lago de Galilea y ver a Jesús ayudar a otros, eso aumentó su fe. Le dijo a Jesús: “Si quieres puedes limpiarme”. Jesús le dijo :” Quiero, sé limpio”. Qué alivio es para nosotros hoy saber que nuestro Dios no solamente tiene el poder de hacer grandes cosas, sino que quiere ayudarnos en nuestros problemas, que quiere bendecirnos. Muchas veces no recibimos ayuda porque pensamos que Dios no quiere ayudarnos, pero esta historia nos muestra que Dios está bien dispuesto a ayudarnos en todo lo que le pidamos.
  2. Nunca es demasiado tarde para pedir ayuda a Jesús. Es la otra lección que podemos aprender de esta historia. Este leproso estaba grave según el texto original griego. No había sido recientemente diagnosticado con la enfermedad. Cuántas veces, cuando escuchamos que alguien fue diagnosticado con cáncer decimos: “Gracias a Dios que lo diagnosticaron a tiempo”. Pero cuando escuchamos: metástasis o Tiene todo tomado, empezamos a hablar como si ya se hubiera muerto: ¡Era tan joven! ¡Pobre la esposa! … hijos tan pequeños! La Biblia nos dice que no sólo hay esperanza para los enfermos, sino para los enfermos graves, y la Biblia también nos dice que hay esperanza hasta para los muertos.  No importa cuán pequeño o grave sea tu problema. El Dios de la Biblia te dice: Nunca es demasiado tarde para pedir ayuda. Tal vez estés a punto de firmar tu divorcio, acércate a Jesús. Tal vez estés enfrentando problemas de inmigración, con tus hijos ven a Jesús, que el se especializa en casos difíciles.
  3. Obedecer a Dios es para nuestro propio beneficio. Jesús le pide que no dijera nada a nadie, sino que fuera y se presentara a los sacerdotes. Los sacerdotes eran los que por ley podían dar el certificado de sanidad para poder volver a su casa, con sus hijos y familia. Si ellos se enteraban que Jesús lo había sanado, como ellos estaban en contra de Jesús, corría el riesgo que no le dieran el certificado de sanidad y al no tener ese certificado tendría que seguir viviendo en los lugares fuera de la ciudad, lejos de sus familia, con leprosos. Jesús le pidió algo que era para su propio bien. Este hombre dice la Biblia que no obedeció al pedido de Jesús porque pensó que Jesús era tímido, creyó que le estaba ayudando. Lo que Dios nos pide no es para su propio beneficio, sino para bendición en nuestra vida.

Este momento, con Jesús, transformó la vida de este hombre y la de su familia. Trajo sanidad, reencuentro, alegría y paz.  Todos los momentos que pasamos con Jesús son poderosos, momentos que cambian nuestras vidas. Hoy es tu MOMENTO CON EL MAESTRO.