Por lo general ésta se da de los ocho a los veinte años de casados. Y se le llama la etapa de la “realización”.
Se afianza la situación financiera del hogar, además, se consolidan los trabajos. Las deudas que se han adquirido requieren de sabiduría para manejarlas bien.
Es cuando vemos a nuestros hijos crecer, a nuestros esposos o esposas engordar y las primeras canas aparecen. Tendremos la necesidad de cultivar mucha paciencia, tolerancia y sentido común.
En esta etapa viviremos con adolescentes en casa, lo cual puede ser duro, debemos tener cuidado de no acusarnos mutuamente por el comportamiento de los mismos, sino de unirnos para sacar adelante lo que venga, ya sean malos comportamientos, rebeldía, y en los peores escenarios drogadicción. (Si es necesario buscar ayuda profesional no dude en hacerlo).
Como pareja éste será un momento duro y decisivo. Es ahora cuando se da el crecimiento profesional serio, afianzamos nuestras finanzas; puesto que hay deudas, se pagan colegiaturas, hospitales, viajes, ya no solo para dos, sino para toda la familia.
Es necesario cultivar los intereses comunes y estar atentos a los gustos de la pareja. No caer en la rutina es esencial, y mantener un buen diálogo los mantendrá unidos.
Aquí suelen meterse terceras personas sin escrúpulos. No dejemos que los malos momentos nos arrastren a tomar decisiones que serán dolorosas para todos. Más bien consolidemos un equipo que gane las batallas que se les presenten. Un equipo que busque sincronía e intereses mutuos, harán que nuestro hogar salga adelante de forma exitosa.
Nuestros hijos son los pequeños socios de nuestra empresa llamada hogar. La actitud de cada padre es la que cuenta. Porque si nos atacamos mutuamente, somos enojados, todo lo hablamos con ira, con reprensiones, sin respeto alguno, lo queremos resolver todo a gritos, con golpes y con amarguras; eso también crecerá en nuestros hijos. Según nosotros nos comportemos así lo harán ellos. Si nosotros formamos hogares alegres que aman a Dios, y nos comportamos como Dios lo hace con nosotros: con amor, con alegría, con segundas oportunidades, tolerantes y pacientes; así será la actitud de ellos.
Sigan el amor todo el tiempo: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” (1 Corintios 13:13).