No soy una persona a la que le guste hacer ejercicio, siempre he puesto excusas y siempre antepuse cosas antes que el ejercicio físico.

Cuando era niña jugaba algún deporte en la escuela, y mis padres nos sacaban muy seguido a nadar a ríos, lagos o al mar, pues en mi país estos lugares quedan relativamente cerca. Salíamos a jugar con los niños vecinos. Caminábamos mucho, para llegar de un lugar a otro, especialmente cuando íbamos al pueblo de los tíos de mi madre. Cuando mis hijos nacieron, desee mucho que hicieran todo el ejercicio físico que pudieran. Desde pequeños los inscribí en natación y jugaban mucho con sus amigos, miraban muy poca televisión y en cuanto entraron a la escuela, los instaba a que hicieran pronto sus tareas para que fueran a jugar.

Incluso esta fue mi clausula cuando venimos a los USA.   El problema es que no contábamos con lugares cercanos para que fueran a nadar, o simplemente el clima no era propicio para ejercer ejercicio.   Nuestra dieta cambió enormemente, y el trabajo nos consumió.

Afortunadamente a mi hijo mayor le encantaba hacer deporte, y decidió meterse al equipo de atletismo de la escuela, instando a su hermano a hacer lo mismo. Y corrían por todas partes. Pero desafortunadamente mi hija más pequeña no es aficionada al deporte y así como a los otros hermanos no los obligue a estar en el deporte a ella no le exigí hacerlo.

Hoy me doy cuenta que si un padre o madre desea que sus hijos se ejerciten físicamente son ellos los que tienen que dar el ejemplo. Es necesario que pongamos todo de nuestra parte para hacer ejercicio físico. Ya anteriormente hablamos de los beneficios de ejercitarse. Hoy por hoy solo uno de mis tres hijos hace ejercicio con regularidad y solo mi esposo camina tres millas diarias.   Cosa de la que estoy consciente y de la que no me siento muy orgullosa. Y no voy a poner excusas para no hacerlo.

Es necesario que los niños aprendan a hacer ejercicio, a moverse. Cada día es más común ver que los niños no se mueven mucho. La tecnología los, y nos atrapa. Cada día hay más casos de obesidad infantil. Y son alarmantes las estadísticas de las enfermedades cardiovasculares y de diabetes, que se ven entre los pequeños.

Es muy recomendable que los niños realicen actividad física de forma habitual, que esta forme parte de su estilo de vida y que disminuyan el sedentarismo.

Para que la actividad física sea saludable, es importante que sea regular, es decir, que forme parte de la actividad diaria. La actividad física realizada de forma esporádica no alcanza los beneficios en salud que se obtienen con una actividad física regular, pero de una forma u otra, cualquier tipo y cantidad de actividad física ayuda a combatir el sedentarismo.

Si se suman las horas de clase en el colegio, las de sueño nocturno, las que se emplean en los deberes y viendo la televisión o jugando con pantallas de ordenador, los niños pasan muchas más horas en un estado de inactividad física que en movimiento.

Así que, lo primero, es reducir al mínimo las actividades sedentarias.

Claro está que es recomendable hablar con su doctor del tipo de ejercicio que puede ser provechoso para su niño, pero aquí le dejamos algunas recomendaciones:

Lactantes: Juegos en el suelo o en el agua. Movimientos de brazos y  piernas, buscar y coger objetos, girar la cabeza, tirar, empujar y jugar con otras personas, patear, gatear, ponerse de pie, arrastrarse y andar.

Preescolares (hasta 5 años): Andar, ir en bicicleta, columpiarse, correr, juegos, saltar y actividades en el agua.

Escolares y adolescentes: Actividad física moderada-intensa al menos una hora al día y todos los días de la semana, intercalando ejercicios vigorosos para el fortalecimiento muscular y óseo tres veces a la semana. Una cantidad o intensidad menor también puede ser saludable, porque disminuye el sedentarismo.

Pongamos el ejemplo queridos padres, animemos a nuestros hijos a hacer actividades, y nosotros hagamos el tiempo para hacer más ejercicios y cuidar nuestra salud. Las palabras dicen mucho, pero el ejemplo arrasa.

Si lo hacemos, veremos más saludables a nuestros hijos y nosotros seremos los beneficiados también. Tanto en verlos sanos a ellos y a nosotros, y la economía también se verá mejorada.

Tenemos un deber con Dios al cuidar de nuestros niños, la biblia nos dice:

He aquí, herencia de Jehová

Son los hijos;

Cosa de estima

El fruto del vientre.

(Salmos 127:3)