Hace aproximadamente un mes atrás, recibíamos la triste noticia de un amigo nuestro, su hija de 23 años fue diagnosticada con cáncer en el seno. La noticia nos impactó, tenemos hijos que oscilan entre estas edades.
Cerca de 70 000 jóvenes (de 15 a 39 años de edad) son diagnosticados con cáncer cada año en los Estados Unidos – lo cual representa cerca de 5% de los diagnósticos de cáncer en los Estados Unidos. Esto es casi seis veces el número de casos diagnosticados en niños de 0 a 14 años.
Lo primero que hacemos como padres es culparnos, si hubiese hecho esto o aquello, es más, si conocemos la reforma pro salud, nos culpamos de no haberla puesto en práctica, y así salvar a nuestros hijos amados de desafortunada salud.
Muchos hemos perdido más de algún familiar con cáncer. Algún ser amado, amigo que lo padece. Pero es aun más triste cuando se trata de un niño o de alguien en plena etapa de la juventud.
Cada vez nos convencemos que esta enfermedad (cáncer) y el sida nos atacan sin piedad, y que deberíamos de hacer algo para salir de esta situación.
Hace poco más de cuatro años en la escuela de mi hija diagnosticaron a diez muchachos con enfermedades venéreas, si muchachitos entre 15 a 18 años y sufriendo de esto.
Aunque nos parece que esto no se compara con el cáncer, lo traigo a colación, porque bien pudo haber sido sida. Todo esto empezó una tarde en la que uno de ellos se peleó con su novia, fue a un prostíbulo, y después se hizo novio de otra, se pelearon y fueron novios de otros, así hasta llegar a la situación en la que todos estaban contagiados de esta enfermedad venérea.
Como padres es nuestra responsabilidad educar a nuestros hijos con valores, sin embargo tenemos atadas las manos ante sus propias decisiones. Es bueno que aprendan a cuidarse, a valorar que su cuerpo no es un juego, que podemos meterle cuanta cosa queramos, al fin y al cabo somos jóvenes y nos da para mucho, y de alguna cosa debemos de morir.
El problema es que el tiempo pasa tan rápido que pronto llegamos a la edad en la que nos quejamos y decimos: “si no hubiera hecho esto”. Y al llegar a la edad adulta mayor, nos arrepentimos de lo que alguna vez hicimos con nuestros cuerpos, o dejamos de hacer; porque las enfermedades duelen, y no solo duelen físicamente, duelen en el alma, porque ya no tenemos fuerzas para trabajar, ni siquiera para sostenernos, y algunos terminamos siendo carga para nuestros hijos o familia.
Hay cosas que si podemos hacer para que nuestros hijos cuiden su salud.
- Animemos a nuestros hijos a comer sano y no comida basura.
- Animemos a nuestros hijos a hacer ejercicio, los mantendrá fuera de drogas y con la mente ocupada, fuera de estrés.
- Animemos a nuestros hijos a protegerse de consumir drogas. No voy a escribir mas, todos sabemos el daño que producen.
- Si son niñas animémoslas a hacerse su examen de la mama periódicamente, es importante que aprendan desde pequeñas a conocerse y a sentir si tienen algo que no les parece normal.
- Animemos a nuestros hijos a respetarse, el sexo es algo que se hace con mucha naturalidad entre ellos hoy día, aun siendo cristianos, sin embargo, hablemos claro y con sinceridad, lo mejor es la abstinencia, pero en este mundo con las presiones de grupo, es necesario que se protejan si no quieren embarazos indeseados, enfermedades venéreas o hasta su propia muerte. Esto es así de serio.
- Y por último es necesario dejarles saber a nuestros hijos que sus vidas son muy apreciadas, que los amamos y que damos gracias a Dios por verles sanos y felices. Si ellos sufren, nosotros también lo hacemos.
Dios nos creó con amor para ser sanos y felices, el pecado ha degradado esta situación. Sin embargo es necesario hacer lo que esté a nuestro alcance para alejarnos de la enfermedad, especialmente si somos jóvenes. No pensemos nunca que aquello no nos puede pasar a nosotros, no estamos exentos de cualquier enfermedad. Y aunque hay muchas enfermedades que también se dan por herencia, tratemos de luchar por vivir lo mejor posible.
Tomemos en cuenta los ocho remedios naturales que Dios nos dejó:
- Agua pura: tomemos suficiente agua de acuerdo a nuestra actividad diaria.
- Sol: baños de sol cuando este no sea tan fuerte, ya sea de mañana o tarde, son necesarios para la activación de vitaminas y calcio en nuestro cuerpo.
- Aire puro: busquemos lugares sin contaminación, y respiremos profundamente para desintoxicar nuestros pulmones.
- Ejercicio físico: el movimiento es importante, cada vez hay más gente que muere a falta del mismo. Especialmente de enfermedades cardiovasculares y mentales.
- Descanso: El descanso reparador y la relajación hacen que renovemos fuerzas para el otro día enfrentarlo con mejor actitud.
- Alimentación: una alimentación adecuada y balanceada, en vital para nuestro organismo.
- Abstinencia de tóxicos: Evitar el uso de cualquier tipo de droga, sean legales o no, resulta indispensable para conservar la salud y curar enfermedades.
- Actitud mental positiva: Mantiene y favorece el estado de salud general.
Una muy reconocida escritora nos dice:
“Se nos concede una sola vida, y la pregunta que cada uno debe hacerse es: ¿Cómo puedo invertir mis facultades de manera que produzcan el mayor provecho? ¿Cómo puedo hacer más para la gloria de Dios y el beneficio de mis semejantes?; pues la vida es valiosa únicamente en la medida en que se la usa para el logro de estos propósitos.
Nuestro primer deber hacia Dios y nuestros semejantes es nuestro desarrollo personal.”
(Elena White; Consejos sobre Alimentación, pagina 9.)
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo,
el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios,
y que no sois vuestros?
porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues a Dios en
vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,
los cuales son de Dios.
(2 Corintios 6:16)