Ser mujer es un privilegio y siempre ha sido todo un reto serlo. Mi primera escuela en la vida de cómo ser mujer me lo enseñó mi madre. Esa mujer menuda y de ojos azules con carácter determinado y súper trabajadora, me enseñó a que toda la vida es una lucha constate, y que no había que rendirse ante ningún obstáculo. Es una mujer determinada a salir adelante pase lo que pase. Me enseñó que a pesar del dolor de haber perdido a su hijo, el único varón, se podía seguir viviendo con el dolor a cuestas. Que el abandono de mi padre y que a pesar de no ser criada por mi abuelita, no fue obstáculo para darse por vencida. Sino al contrario, fue un trampolín para ser mejor cada día. No digo que es perfecta sino que, a pesar de sus múltiples errores ella me enseñó a no rendirse en la vida, a luchar y a hacerlo con ganas.
Otra gran escuela en mi vida fue mi tía bisabuela Andrea. Esta mujer anciana quien criara a mi madre, era una mujer paciente y me enseñó a que la vida era para ser pacientes, a aguantar con valentía la pérdida de su esposo, de su único hijo, de su hermana única, de volverse a casar y de enviudar por segunda vez. Fue ella y una viejita, vecina nuestra a quien cariñosamente llamábamos doña Chilana, quienes inculcaran en nosotros el amor a Dios. La recuerdo por más de una hora sentada a la orilla de su cama y rezar sin descanso, nunca la oí gritar, nunca la escuche alzar la voz, y nunca la vi descansar en el que hacer de la casa, especialmente en la cocina, excepto el día que enfermara para morir. El día que ella faltó en mi vida dejó un vacío muy grande.
De mis dos abuelas tengo recuerdos muy gratos especialmente porque ambas fueron mujeres muy trabajadoras, una crió muchos hijos y estuvo casada por casi 75 años con mi abuelo. Siempre la recuerdo con muchas cosas por hacer, trabajaba y a pesar de tantos hijos, trece en total, y de tantos nietos y bisnietos, siempre fue una persona que hacía de todo para sostener a su numerosa familia. Pero de quien más recuerdo es de mi abuela materna pues ella vivió con nosotros mientras crecía. La recuerdo como una mujer trabajadora al extremo, se levantaba a las 4 de la mañana y se acostaba demasiado tarde, todo por trabajar en su pequeña tiendita, que fue el sostén suyo y de sus hijos, aun ahora es una viejita linda que me saluda con amor.
Tengo una prima hermana que es como una hermana real para mí. Admiro su determinación a salir adelante a pesar del abandono de su madre, y de los múltiples fallos de su padre, es ahora madre de dos hermosos niños, a penas duerme en las noches tratando de cuidar a su bebé mas reciente. Y se ha convertido en toda una mujer, aunque a penas tuvo una figura materna en su vida, se esfuerza por ser la mejor de todas. Esa hermosa nena de ojos azules, que también perdiera un bebé y que ha sufrido mucho ahora es toda una profesional y madre de familia.
Tengo el privilegio de ser madre de una hija que a pesar de todo es una muchacha luchona, la trajimos a este país (USA) pequeña y ha tenido que luchar para salir adelante. Y no se ha rendido.
Si estoy rodeada de mujeres valerosas en mi vida y eso que no he contado las historias de amigas, y conocidas que luchan, han luchado y seguirán luchando en esta vida. No he contado la historia de aquellas que tienen una enfermedad terminal y decididas a luchar por su vida hacen todo lo que pueden y gastan todo por vencerla.
Tampoco he contado la historia de mujeres bellas, madres solteras que ahora ven a sus hijos realizados en profesiones. O la historia de mujeres admirables que son capaces contra viento y marea de seguir adelante a pesar de sus incapacidades físicas. Aquellas que abusadas, luchan por su dignidad, y por sentir que valen.
Aquellas que abandonas a edades grandes, no se rinden y dan la cara a la vida sin bajar la mirada.
Sin duda Dios cerró con broche de oro la creación. Él sabía que sus hijas serían el regalo especial, que este mundo necesitaría para hacerlo mejor.
En su Palabra hay múltiples historias de mujeres que con valentía enfrentaron este mundo y cambiaron el rumbo de la historia. Y a lo largo de esta historia es así, mujeres que decididas han peleado por sus derechos y nos han dejado un legado inestimable.
Con toda razón, Proverbios 31:10 dice: Mujer virtuosa ¿quién la hayará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.