Si bien es cierto los niños tienen derechos, también tienen responsabilidades que deben cumplir. Hay un dicho popular que dice: “mente desocupada es taller de Satanás”; por lo tanto lo mejor es saber cómo usar sabiamente el tiempo, sin caer en el abuso. Esto también ayudará a sus niños a saber cómo asumir responsabilidades, cómo hacer tareas y cómo cumplirlas tanto en la universidad como en el trabajo.
Es necesario ir agregando responsabilidades en los niños de acuerdo a su edad, no es conveniente que un niño de dos (2) años haga lo mismo de un niño de diez (10) años. No apresuremos a los niños a ser adultos. Como hemos dicho en artículos anteriores la niñez es la etapa más linda de la vida, dejemos que los niños la vivan felices. Pero también es una etapa de aprendizaje en la que como padres tenemos la obligación de enseñarles a vivir. La disciplina, los valores y las responsabilidades, son hábitos que se adquieren desde niños. Por eso es necesario que nosotros los adultos cuando pensamos tener niños tengamos en mente que seremos maestros de nuestros hijos para toda la vida.
Un niño ocupado y con responsabilidades apropiadas, crea balance en su vida, y tiene menos tiempo para aprender actividades poco productivas. También al hacer las cosas que se les asigne, o no hacerlas; traerá consigo consecuencias positivas o negativas. Esto ayudará a que aprendan a tomar con responsabilidad cualquier decisión que tomen; pues en la vida afrontarán consecuencias de las mismas.
Por ejemplo a los tres años los niños empiezan a independizarse y empieza a tomar hábitos de su higiene personal, empiezan a comer solitos y auto cuidado en general.
A los cinco años, ya pueden lavarse los dientes, las manos. Pueden vestirse solos y ya pueden llevar su ropa sucia al cesto.
A los seis años, ya pueden bañarse solitos, ayudar con tareas menores en el hogar, pueden reconocer sus errores y pueden pedir disculpas por los mismos.
A los siete años, ya se pueden levantar solos para ir a la escuela, ayudar a poner la mesa, hacer su cama, ordenar el cuarto.
A los ocho años, pueden ayudar en la cocina con supervisión, pueden organizarse en la distribución del tiempo y juegos. Puede dárseles tareas para realizar diariamente.
Entre los nueve y once años puede tener organización propia para sus materiales, ropa y dinero (puede empezar con el hábito del ahorro).
Algo que personalmente me sirvió y que lo he visto en otros libros de crianza de los niños, es el que tenían siempre un horario para cumplir, este abarcaba desde que se levantaban hasta la noche cuando se acostaban a dormir. Les ponía estrellitas en cada cuadrito que cumplían y podían jugar, y al fin de la semana, había una recompensa si todos los cuadritos estaban llenos de estrellitas.
Enseñar orden y disciplina nos ayuda a nosotros porque nos evita muchos dolores de cabeza innecesarios, y a ellos a formar mejores caracteres. Siempre siendo pacientes, pues todo proceso de aprendizaje tiene sus fallas. Y sobre todo con amor, tal cual nos gusta que nos traten a nosotros.
Si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová y hallaras el conocimiento de Dios. (Proverbios 2:3 al 5)