La semana anterior estuvimos hablando del dominio propio y éste como un hábito que ha de ser enseñado por los padres a sus hijos.
También dijimos que hay dos objetivos en la enseñanza del dominio propio: 1) que usted y sus hijos puedan calmarse cuando la interacción se vuelve emocionalmente intensa, y 2) enseñarles a los chicos a controlar su comportamiento cuando están disgustados.

La primera parte es la de CALMARSE:

Aunque no es fácil en ciertas circunstancias el mantener la calma, es necesario hacerlo SIEMPRE. Y el primer paso que nos aconseja el libro la Crianza Practica de los Hijos es: DESCRIBIR LA CONDUCTA NEGATIVA.

  1. Hable con su hijo(a) y dígale brevemente, claramente y específicamente, y con tono de voz calmado, lento y parejo, qué es lo que está haciendo mal. Recuerde que el enojo el sarcasmo y las acusaciones no ayudan. Por otro lado recuerde que usted es el maestro de su hijo, y le está enseñando y que lo que le enseñe le ayudará por el resto de su vida. Cuando un hijo(a) está molesto o enojado, es bueno mostrar comprensión, “se que ahora estas molesto”, esto da comienzo a la secuencia instructiva en un tono positivo y le indica a su hijo(a) que sus sentimientos son importantes para usted.
  2. DAR INSTUCCIONES CLARAS: el objetivo de este paso es decirle al niño(a) lo que tiene que hacer para empezar a calmarse, darle instrucciones sencillas, como: por favor vete a tu cuarto y trata de calmarte, o respira hondo y cálmate; ayudarán a que el niño(a) a que recupere el dominio de sí.
  3. DARLE TIEMPO A CALMARSE: Si usted conserva la calma, es más probable que el niño(a) también se tranquilice pronto. Le ayudará a concentrarse en la conducta del niño y en enseñarle. Es necesario que no hablen hasta que la situación esté en calma por ambos lados. Mientras tanto el padre aprovecha para pensar que va a enseñar a su hijo(a).
    Y el niño(a) tiene tiempo para pensar si calmarse o seguir portándose mal.

Segunda parte: FASE DE INSTRUCCIÓN:

  1. Describir lo que el niño debe cambiar la próxima vez:
    Indique al niño la manera adecuada de describir sus emociones. “En vez de salir corriendo y gritando, dime que estás enojado y que irás a tu cuarto a calmarte.”
  2. Practicar lo que el niño(a) debe hacer la próxima vez:
    Es importante que el niño aprenda cómo debe hacerlo.
  3. Dar una consecuencia:
    Esta es una parte esencial de la enseñanza pues todo en la vida es consecuencia de nuestras decisiones. Las consecuencias sirven para cambiar la conducta del niño. Aprovéchelas.

La verdad es que tenemos en nuestras manos el hacer que nuestros hijos puedan demostrar templanza en cada momento. Y esto les ayudará en cada aspecto de la vida, tanto en su comportamiento en casa, en la escuela, en el trabajo como, todos lados y en todo tiempo.
Cuando se les ha enseñado a tener dominio propio, les ayuda a decir no cuando hay presión de grupo y a pensar dos veces, cuando hay que tomar una decisión. Recordemos el consejo bíblico: Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu que el que toma una ciudad (Proverbios 16:32 y 33).